viernes, 26 de julio de 2019

A 200 años de la batalla del Pantano de Vargas 1819-2019

A 200 años de la batalla del Pantano de Vargas

El enfrentamiento, clave para las tropas libertadoras, fue el más sangriento de la campaña.



Épico. Ese es tal vez el adjetivo que mejor describe lo ocurrido con las tropas patriotas en el Pantano de Vargas, el 25 de julio de 1819, hace exactamente 200 años. Ese día se jugó en buena parte el éxito de la campaña libertadora.

Fue un combate desequilibrado. Las tropas al mando de Simón Bolívar llegaron agotadas, después de cruzar el páramo de Pisba. El ejército libertador se encontraba mal vestido, algunos con camisas de mujer donadas por las damas de Socha, en minoría en cuanto a número de hombres, pero con coraje, decisión y una fe inquebrantable. 

Los realistas, al mando de José María Barreiro, disciplinados, descansados, con fama de valientes, bien dotados de armas, municiones y flamantes vestuarios. Además, se hicieron dueños de los lugares más ventajosos del terreno.

El objetivo de Bolívar era llegar a Tunja y cortar las comunicaciones con Santafé. Para Barreiro, era la oportunidad de acabar con todo el ejército enemigo y de esta forma con la insurrección. Fue el enfrentamiento más sangriento de la campaña libertadora. 

La batalla, según documentó el historiador Héctor Muñoz Bustamante en su obra ‘Diario de la independencia’, se desarrolló en el Pantano de Vargas “un angosto valle situado a unos de kilómetros al oriente de Paipa, tiene cerca de cuatro kilómetros de longitud de sur a norte y uno y media de ancho de oriente a occidente”.



La parte plana de este sector está surcada por algunas quebradas que desembocan en el río Sogamoso. Una de estas es la Varguitas, cuyas aguas se estancan en medio de la planicie, formando los charcos que se conocen como el pantano. Estos son terrenos de la Hacienda Vargas, por eso el ‘Pantano de Vargas’.

Adversidad

El 25 de julio arrancó con adversidad. A las cuatro de la mañana el ejército libertador comenzó la faena de pasar en balsas el río Surba para tomar el camino de Vargas. Varias de las frágiles embarcaciones se dañaron, de manera que la operación se retardó y sólo se terminó a las 10 de la mañana. 

“Los espías le llevaron temprano el informe a Barreiro – quien esperaba en Paipa- de que los patriotas se estaban movilizando. Inmediatamente el jefe español alzó el campo y con gran rapidez se fue a detener la marcha de las tropas de Bolívar”, narró Muñoz.

Más o menos a las 10 de la mañana se encontraron en un punto conocido como la Cruz de Murcia las descubiertas de ambos ejércitos.

Las primeras horas peleó únicamente la infantería, las tropas patriotas, conformadas por llaneros y una legión extranjera proveniente de las guerras napoleónicas, llevaron la peor parte. En las primeras horas del combate fueron arrollados por el ejército realista, muy superior en número de hombres.

El empuje de las unidades españolas obligó a los patriotas a retroceder, pero sin ofrecer la espalda en ningún momento. 

El desequilibrio llegó hasta tal punto que Barreiro gritó: “Viva España! Ni Dios me quita la victoria....!” , mientras le ordenaba a su caballería avanzar. Bolívar, que observaba con angustia el desarrollo de la acción, cuando advirtió que la caballería realista empezaba a movilizarse como una gran serpiente erizada de lanzas, exclamó: “Se nos vino la caballería... se perdió la batalla....!

Pero, en el entretanto, el coronel Juan José Rondón que lo escuchaba le dijo: “Cómo se ha de perder mi general, si mis llaneros ni yo hemos peleado? Déjenos hacer una entrada, mi General...!” y Bolívar, más escéptico que confiado replicó: “¡haga lo que pueda! Salve usted la patria, coronel...!”.

El coronel Rondón bajó entonces el cerro e hizo un llamado a la caballería patriota. La voz fue escuchada los famosos 14 lanceros, a quienes se hicieron desde la retaguardia las tropas de la legión extranjera, al mando del irlandés James Rooke muerto a consecuencias de las heridas recibidas en dicha batalla.

El replanteamiento del escenario libertador tomó fuerza con dos descuidos que cometió el general Barreiro, quien en ese momento ya celebraba la victoria española. La caballería de la tropa realista se dispersó en medio de la batalla y la lluvia que en el momento era torrencial arruinó los rifles españoles, porque literalmente se mojó la pólvora. 

La valentía de las tropas patriotas, las inclemencias del clima y los errores de los realistas llevaron en definitiva a la victoria del ejército libertador. 

El enfrentamiento se extendió desde las 11 de la mañana hasta las seis de la tarde con resultados terribles: 850 muertos, 500 realistas y 350 patriotas incluida la legión británica. 

Lo demás es historia. La victoria en el Pantano del Vargas fue el elixir de la vida que tanto necesitaba el ejército libertador, y que terminó ayudándolo a alcanzar, 13 días después, la gloria en la batalla de Boyacá.

viernes, 19 de julio de 2019

50 Años De La Llegada del Hombre A La Luna

50 Años De La Llegada del Hombre A La Luna

En 2019 se cumplen 50 años de la llegada del hombre a la Luna, un hito histórico que llevaron a cabo los astronautas Neil Armstrong, Buzz Aldrin y Michael Collins a bordo del Apolo XI. La llegada del hombre a la Luna es una de las mayores hazañas de la historia de la humanidad.



El ser humano primitivo ya se preguntaba hace miles de años  qué había más allá, en los cielos, desde el momento en el que pudo mirar hacia arriba y tuvo la capacidad para preguntarse quién es, de dónde viene y hacia dónde va. 

Por ello, no solo colocar un artefacto humano sobre otro cuerpo celeste, sino transportar en él a los primeros humanos dispuestos a pisarlo (aunque sea nuestra ‘cercana’ Luna a 384.000 kilómetros de distancia) supone un hito tecnológico y, además, antropológico, casi filosófico. El 20 de julio de 1969 cambió la concepción del espacio vital humano, reconociéndose que se tenía, y se tiene, capacidad para colonizar otros mundos fuera de la Tierra.

No podemos olvidar que la llegada a la Luna fue un logro motivado por la Guerra Fría, en una carrera espacial que culminó con la hazaña de Neil Armstrong, Buzz Aldrin, Michael Collins, y milles de ingenieros y operarios de la NASA.

Aquel día, los tres astronautas tomaron un completo desayuno y se encaminaron a la rampa de lanzamiento en Cabo Cañaveral (brevemente bautizado como Cabo Kennedy), desde donde despegaría el cohete Saturno V, ante millones de personas (la mayoría no autorizadas) que se agolpaban para no perderse el despegue en las inmediaciones.

Otro aspecto importante de la misión Apolo XI es que no solo rompería moldes por lo histórico de su objetivo, sino que los medios de comunicación de masas (y por primera vez la televisión) iba a emitir un acontecimiento de exploración espacial como este. Los que lo vivieron seguramente lo recordarán como si estuvieran viviendo en un sueño de futuro.

Tras cuatro días de viaje sin ningún incidencia reseñable, y tras capturar algunos vídeos a color del aspecto de la Tierra a cientos de miles de kilómetros de distancia, el módulo lunar hacía los últimos metros pilotado por Neil Armstrong para posarse en el Mar de la Tranquilidad. Horas después, el primer humano posaba su pie sobre la Luna en directo ante millones de espectadores: “Es un pequeño paso para un hombre, un gran salto para la humanidad”; y minutos más tarde, el segundo humano hacía lo propio: “Magnífica desolación”.

Los astronautas volvieron a la Tierra reconocidos como héroes, como una suerte de Beatles de la exploración espacial.

El programa Apolo (serían 12 misiones, la mitad de ellas estaban diseñadas para alunizar, y así lo hicieron) se diseñaron con el expreso propósito de explorar los límites más inmediatos a la Tierra de una manera mucho más precisa, incluyendo órbitas lunares, terrestres, y el reconocimiento del terreno lunar. La última de ellas tuvo lugar en 1972, y desde entonces no hemos vuelto a pisar nuestro satélite. De hecho, no lo haremos hasta 2024, con el programa Artemisa (bello y poético nombre de la esposa de Apolo), el capítulo siguiente de la historia de la humanidad en su camino a la conquista de nuevos mundos.


Los dos primeros hombres en pisar la luna

La llegada del hombre a la Luna fue uno de los acontecimientos más importantes de la historia a nivel mundial.

En el hipotético caso de que la famosa misión espacial de 1969 con destino a la Luna hubiese acabado en desastre -pues existía la posibilidad de que los astronautas de la NASA no pudieran regresar de la superficie de la Luna-, este habría sido el discurso del por entonces presidente de los Estados Unidos, Richard Nixon:

“El destino ha querido que los hombres que fueron a la luna a explorar en paz permanezcan en la luna para descansar en paz. Estos valientes hombres, Neil Armstrong y Edwin Aldrin, saben que no hay esperanza para su recuperación. Pero también saben que hay esperanza para la humanidad gracias a su sacrificio. Estos dos hombres han sacrificado sus vidas en el objetivo más noble de la humanidad: la búsqueda de la verdad y la comprensión.
Serán llorados por sus familiares y amigos; serán llorados por su nación; serán llorados por la gente del mundo; serán llorados por una Madre Tierra que se atrevió a enviar a dos de sus hijos a lo desconocido.

En su exploración, animaron a las personas de todo el mundo a sentirse como una sola; en su sacrificio, unen con más fuerza a la hermandad del hombre.
En la antigüedad, los hombres miraban las estrellas y veían a sus héroes en las constelaciones. En los tiempos modernos, hacemos lo mismo, pero nuestros héroes son hombres épicos de carne y hueso.
Otros seguirán, y seguramente encontrarán su camino a casa. La búsqueda del hombre no será negada. Pero estos hombres fueron los primeros, y seguirán siendo los primeros en nuestros corazones.
Por cada ser humano que mire a la luna en las noches venideras, sabrá que hay un rincón de otro mundo que es para siempre la humanidad”.

Afortunadamente, este discurso redactado por William Safire que ensalzaba el sacrificio de los astronautas pues, en el caso de que no pudieran volver “los astronautas acabarían por morir de hambre o tendrían que suicidarse", nunca tuvo que llegar a ser pronunciado, puesto que la misión fue todo un éxito y el hombre pisó la Luna por primera vez.

Neil Armstrong



El piloto de pruebas de la Armada, ingeniero y veterano de la Guerra de Corea, Neil Armstrong, trabajó como piloto experimental de pruebas para el Comité Nacional Asesor de Aeronáutica (NACA), que luego se convertiría en la NASA. Armstrong fue asignado como astronauta en 1962, y voló en la misión Gemini 8 en 1966, donde realizó el primer procedimiento exitoso de acoplamiento espacial. Armstrong fue seleccionado para ser el primer hombre en caminar sobre la luna. Aunque dar los primeros pasos en la Luna es el motivo principal por el que siempre será conocido Armstrong, para él, el mayor logro de la misión fue hacer aterrizar el módulo lunar. “Los pilotos no se alegran especialmente al caminar: a los pilotos les gusta volar. Los pilotos se enorgullecen de un buen aterrizaje, no de salir del vehículo”, explicaba Armstrong.
Armstrong renunció a la NASA en 1971 y se convirtió en profesor de Ingeniería Aeroespacial en la Universidad de Cincinnati durante ocho años. No era un hombre al que le gustara especialmente la fama.
Neil Armstrong murió el 25 de agosto de 2012, a la edad de 82 años a causa de complicaciones de cirugía cardíaca.


Edwin Buzz Aldrin



Antes de unirse a la NASA, el astronauta del Apolo 11, Buzz Aldrin, fue piloto de caza de la Fuerza Aérea y realizó 66 misiones de combate en Corea. Fue una figura clave en las misiones de la órbita terrestre baja de Géminis que contribuyó al desarrollo de las técnicas que permitieron que las misiones de Apolo finalmente alcanzaran la Luna. En total, Armstrong y Aldrin pasaron 21 horas y 36 minutos en la superficie de la Luna. Fue el segundo hombre en pisar la Luna. Al contrario que Armstrong, a Aldrin siempre le han gustado los medios de comunicación y era habitual verlo en programas de entrevistas e incluso apareció en "Dancing with the Stars" en 2010. Como curiosidad, se convirtió en la persona de mayor edad en llegar al Polo Sur a los 86 años de edad en 2016, donde dijo que tuvo una experiencia cercana a la muerte. Buzz Aldrin es de los pocos astronautas que pisaron la Luna que aún sigue vivo. Tiene en la actualidad 89 años.