lunes, 28 de octubre de 2019

Margarita Nelken: los crímenes de una diputada del PSOE que tiene calles dedicadas a su nombre.

LA DIPUTADA DEL PSOE QUE ORDENÓ EL ASESINATO DE MUJERES CATÓLICAS Y MONÁRQUICAS

Margarita Nelken: los crímenes de una diputada del PSOE que tiene calles dedicadas a su nombre.



La “memoria histórica” impulsada por el PSOE se está usando no sólo para inventar una historia de buenos y malos, sino también para ocultar los crímenes de miembros de ese partido.

Una diputada del PSOE que se pronunció contra el derecho de voto de la mujer



Hoy me ocuparé de un claro ejemplo de esa perversa forma de manipular la historia. Me refiero a Margarita Nelken Mansberger, que fue diputada del PSOE entre 1931 y 1936, en la Segunda República. Nelken se hizo famosa por su rechazo al voto femenino en 1931, postura que defendió con el siguiente argumento: “Poner un voto en manos de la mujer es hoy, en España, realizar uno de los mayores anhelos del elemento reaccionario“ (La mujer ante las Cortes Constituyentes, 1931). Sin embargo, hay un aspecto de su vida que se trata con menos frecuencia a pesar de ser mucho más grave: su participación en los crímenes de guerra cometidos por militantes de izquierda en el bando republicano durante la Guerra Civil Española. Yolanda Cabezuelo Arenas le dedicó un artículo muy completo al tema, incluyendo testimonios españoles y extranjeros que dan fe de la maldad de esa persona y su participación en las chekas, los centros de detención, tortura y asesinato de prisioneros políticos establecidos por socialistas, comunistas y otros grupos.

El artículo de Margarita Nelken incitando al asesinato de mujeres por ser católicas y monárquicas

Sobre Nelken es habitual leer los testimonios del entonces cónsul de Noruega en Madrid, el conservador Félix Schlayer, o del escritor Edgar Neville. De este último se suele citar lo que escribió en un artículo titulado “Margarita Nelken o la maldad”, publicado en septiembre de 1938 en la revista falangista Y: “En aquel terrible Madrid de agosto del 36, cuando el terror llegaba al máximo, apareció una noche en «Claridad» un artículo de Margarita Nelken en que pedía a las milicias no se limitaran a asesinar hombres, sino que incluyeran en “los paseos” a las esposas, novias o hermanas de los perseguidos“. El artículo mencionado por Neville fue publicado en el citado periódico “Claridad” (portavoz del ala caballerista del PSOE) el 28 de agosto de 1936. El artículo también lo cita Pelayo Jardón Pardo de Santayana en la página 407 de su libro Margarita Nelken: del feminismo a la revolución (Sanz y Torres, 2013).

En ese infame escrito, Nelken distinguía a las “mujeres” de las “hembras” (sus enemigas, a las que también llama “alimañas”), definiendo así a las segundas: “Allí las tenéis, en los atardeceres sevillanos, paseando con algazara por calle de Tetuán con sus estampitas del sagrado corazón y sus lacitos bicolores al pecho. Se dicen católicas y monárquicas“. Después de retratar a esas “hembras”, Nelken justificaba su eliminación con estas palabras: “A las alimañas se las aplasta por eso, porque son alimañas, y a las fieras dañinas, el hombre debe suprimirlas para salvaguardia de la Humanidad. Allí las tenéis, camaradas. Allí habréis de encontrarlas“. Dicho sea de otra forma: Nelken justificaba el asesinato de mujeres por el mero hecho de ser católicas y monárquicas.


El testimonio de Juan García Oliver, ministro de Justicia en el bando republicano



En 1978, la editorial Ruedo Ibérico publicó “El eco de los pasos”, autobiografía del anarquista Juan García Oliver (el libro se puede encontrar en Google en PDF). Este personaje fue ministro de Justicia del Gobierno republicano del 4 de noviembre de 1936 al 16 de mayo de 1937, siendo presidente del Consejo de Ministros el socialista Francisco Largo Caballero. Durante su etapa como ministro, fue él quien designó al también anarquista Melchor Rodríguez como delegado especial de prisiones, un hombre que logró frenar las matanzas de presos iniciadas por socialistas y comunistas, salvando así a cientos o miles de personas, por lo cual se le apodó “El Ángel Rojo” (en su entierro en 1972, en pleno franquismo, se dieron cita anarquistas y falangistas, algo paradójico, sin que hubiese ningún incidente). García Oliver dedica algunas menciones a Margarita Nelken en ese libro. En la página 306 relata una conversación con el coruñés Eduardo Val, secretario del Comité de Defensa del sindicato anarquista Confederación Nacional del Trabajo (CNT), justo antes de hacerse cargo García Oliver del Ministerio de Justicia. Esto le dijo Val:

“Quiero apercibirte de los manejos que se trae la comunista Margarita Nelken, que al frente de un comité de Juventudes Socialistas Unificadas es quien asume las funciones ejecutivas de la justicia en Madrid. Opera camuflada en una pequeña oficina del Ministerio de la Guerra. Ten cuidado con los que la rodean; la mayor parte son jóvenes guardias de Asalto vestidos de paisano“.

La referencia a Nelken como “comunista” en noviembre de 1936 es llamativa. Según la Fundación Pablo Iglesias del PSOE, Nelken se afilió al Partido Comunista de España (PCE) en diciembre de 1936, pero hay que tener en cuenta una cosa: en abril de ese año se habían fusionado la Unión de Juventudes Comunistas de España (del PCE) y las Federación de Juventudes Socialistas (del PSOE), dando lugar a las Juventudes Socialistas Unificadas (JSU). El 15 de junio de 1936 se convirtió en secretario general de la JSU Santiago Carrillo, que había sido justo antes secretario general de las Juventudes Socialistas. Carrillo y Nelken pertenecían al sector del PSOE más izquierdista y más próximo a Francisco Largo Caballero, y la fusión de las juventudes socialistas y comunistas acabó sirviendo para que muchos miembros del ala más marxista del PSOE se fuesen al PCE.

Las referentes terroristas rusas de la dirigente del PSOE



En la página 309 de sus memorias, García Oliver vuelve a mencionar a Nelken, señalando “lo que se murmuraba sobre las actividades a que se dedicaba la Nelken y los fugaces resplandores que dejaban a su paso los núcleos de jóvenes socialistas unificados que ella acaudillaba, no se sabía si por mandato de los jefes comunistas o porque ella quisiese imitar a los socialistas revolucionarios de izquierda de la revolución rusa, entre los que tanta preponderancia tuvieron en el pasado las mujeres de acción, como la Peroskaia y la Spiridinova”. Con esto último García Oliver se refería a la terrorista rusa Sophia Perovskaya, miembro de la organización socialista Narodnaya Volya, y a la también terrorista rusa Mariya Spiridónova, dirigente del Partido Socialrevolucionario de Izquierda.

En la página 310, García Oliver relata un encuentro con la diputada socialista, en la que el ministro anarquista le espetó lo siguiente: “Solamente vengo a rogarte que te apartes de todo cuanto parezca ejercicio de la justicia. De hoy en adelante, correré con las responsabilidades. Pero solamente con las mías”. En la discusión que se produjo a continuación, García Oliver le preguntó a Nelken: “Tú, intelectual de valía, militante socialista de hace muchos años, ¿crees que con vuestras andanzas nocturnas estáis haciendo la revolución?“ Finalmente, en la página 311 García Oliver revela a qué se refería con esas palabras, señalando que Nelken, “conocedora del nihilismo, del socialismo revolucionario de izquierda rusos y del espartaquismo alemán, hizo un esfuerzo por parecerse a Spiridinova, Peroskaia y Luxemburgo, equivocando el camino al tomar el de la acción terrorista irresponsable, que empezó, según me contara ella misma, en la matanza de los derechistas detenidos en la cárcel Modelo de Madrid y prosiguió en aquellas noches de espanto, luchando a su manera contra el bandolerismo sangriento de la quinta columna”.

Lo que escribió García Oliver sobre la actividad criminal de Nelken



García Oliver vuelve a citar a la diputada socialista en la página 346, hablando sobre “los grupos de ejecución que capitaneaba Margarita Nelken” en Madrid. En la página 464 habla de “los casos de muertes violentas por «paseos» o hechos semejantes, como los derivados de la acción del «Tribunal de la Sangre» de Valencia, los llevados a cabo por la Dirección de Orden público, los que se cometían en las chekas de partidos y organizaciones; en fin, las actividades de Margarita Nelken y sus jóvenes socialistas unificados de Madrid“. Nuevamente, el entonces ministro de Justicia de la República señala los crímenes de la dirigente socialista. En la página siguiente, García Oliver vuelve a referirse a “los integrantes de las chekas, empezando por Margarita Nelken y sus jóvenes socialistas unificados”, y habla sobre su idea de facilitar a periódicos extranjeros un “un abultado expediente de todas las chekas comunistas”, idea planteada a Juan Negrín, dirigente del PSOE y presidente del Consejo de Ministros desde el 17 de mayo de 1937 (Negrín se negó siquiera a recibirle), si no daba marcha atrás a su idea de amnistiar a los autores de crímenes de guerra como los citados de Margarita Nelken. En la página 366 García Oliver señala lo que le dijo a Mariano Gómez González, presidente del Tribunal Supremo de la República. Transcribo aquí la conversación:

– García Oliver: O rompe ahora mismo esa infamia de proyecto de decreto, o de aquí me paso al despacho del fiscal general de la República y denuncio a usted como ejecutor de la indignidad jurídica más grande que se haya cometido: la de haberse constituido, usted como presidente de un tribunal, en la cárcel Modelo de Madrid y haber juzgado a unos presos, haberlos oído y condenado a muerte, cuando llevaban ya más de 24 horas ejecutados por Margarita Nelken y su grupo de jóvenes socialistas unificados. Y le aseguro que de todo ello tenemos en el extranjero, presto a ser entregado a varios periódicos, un expediente completo.
– Mariano Gómez: ¡Pero cálmese usted, mi querido amigo! ¿Cómo supo usted lo de Margarita Nelken y lo del juicio?
– García Oliver: Me lo contó la propia Margarita Nelken. Después, con paciencia de benedictinos, abrimos sumario.

El PSOE considera a Nelken “un modelo a seguir” y 20 localidades le dedican calles



Así pues, lo que acabamos de ver es un testimonio directo de un hombre que fue ministro de Justicia del bando republicano reconociendo que Nelken le confesó su participación en crímenes de guerra, concretamente el asesinato de presos políticos. Imaginaos la repugnancia que provoca, después de leer eso, encontrarse con que la web del PSOE cita a Margarita Nelken como una de las “grandes figuras históricas del socialismo español”, en un artículo firmado en 2012 por Rafael Simancas, hoy diputado nacional del PSOE y secretario general de su grupo parlamentario en el Congreso. En la misma web se cita a Nelken como “un modelo a seguir”, calificándola como “feminista”, curioso adjetivo para alguien que rechazó el voto femenino y que incitó al asesinato de mujeres por sus creencias religiosas o sus ideas políticas. Pero lo más indignante es comprobar que Margarita Nelken tiene calles dedicadas a su nombre en Madrid, Santiago de Compostela, Granada, Vitoria, Zaragoza, Avilés, Cantillana, Conil de la Frontera, Galapagar, Getafe, Guadix, Jerez de los Caballeros, La Puebla de Cazalla, Maracena, Miguelturra, Monesterio, Motril, Talavera la Real, Tocina y Torrejón de Ardoz.


Un crimen de guerra es un crimen de guerra sea cual sea la ideología del criminal y de su víctima. Dedicar calles a una persona que cometió crímenes de guerra es alto intolerable en un país democrático, por mucho que el PSOE se crea con derecho a homenajear a los criminales que tuvo en sus filas durante la Guerra Civil, lo cual es una humillación hacia sus víctimas, cuyos asesinatos parecen justificarse con el hecho de homenajear a la asesina. Obvia decir que es un grandísimo gesto de cinismo y de hipocresía presumir de desenterrar a Franco mientras se dedican calles a criminales de guerra como Nelken, como Santiago Carillo y como Lluis Companys. Una vez más, queda claro que la “memoria histórica” del PSOE no es un intento de reconocer el sufrimiento de tantas víctimas inocentes de uno y otro bando. Para nada. Lo que los socialistas pretenden es ocultar o, lo que es peor aún, blanquear los crímenes de los suyos.