Los Yamnayas, el pueblo que aniquiló a los varones de la península Ibérica
Hace más de cinco mil años, grupos de pastores llegaron del norte y el este de Europa al resto del continente. Eran los Yamnayas, un pueblo fantasma, que contaban con varias señas de identidad que determinaron el porvenir del Viejo Continente y de la península Ibérica. A ellos les debemos la tolerancia a la lactosa, una genética ancestral y una de las grandes innovaciones de la Historia: las carretas con ruedas.
Sus descendientes ocuparon la península Ibérica 5000 años después y eliminaron a los varones locales. Esta teoría se difundió en el evento New Scientist, donde el científico genetista, David Reich, fue más allá.
Allí explicó que los estudios actuales confirmaron que el cien por cien de los cromosomas ‘Y’ en España y Portugal proceden de los Yamnayas. Estos cromosomas son transferidos por los padres. Eso indica que aquellos invasores fueron tan innovadores y violentos que desplazaron a los machos locales.
Ellos ganaron una cruenta guerra antes de la Edad de Bronce: la de seducir (o poseer a la fuerza) a las mujeres. Y con ello cambiaron el mapa genético del suroeste de Europa.
Los Yamnayas fueron una cultura nómada que predominó en Rusia, concretamente en la región de los Urales. Una de las características de esta población es cómo enterraban a su fallecidos, ya que los colocaban en tumbas en posición fetal y los cuerpos eran enterrados en ocre.
Muchos científicos piensan que los Yamnayas introdujeron la lengua indoeuropea, idioma madre de muchas lenguas de Europa. Aunque la característica más asombrosa fue la importancia genética de su predominio. Tan solo se descubrieron 300 hallazgos de este pueblo, los suficientes como para determinar que los cromosomas "Y" que se encuentran en los europeos en la actualidad provienen de ellos.
Los Yamnayas fueron invasores y llegaron a distintos puntos de Europa, como la península Ibérica, para quedarse en el mapa genético de la población, algo que consiguieron tras borrar a los varones locales.
“La colisión de estas dos poblaciones no fue amistosa, sino que los hombres llegados del exterior desplazaron a los hombres locales casi por completo”, sentenció el genetista Reich.